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Hablando y sin palabras

El taxista desconcertado

No cabe duda que el sector de la sociedad integrado por los taxistas son los que más charlas entretenidas me han regalado.

Por ejemplo, hoy salgo tarde de trabajar y busco un taxi y a lo lejos se observaba a un hombre maduro, bastante serio y se diría que hasta de mal humor. ¿Mal humor? por supuesto, a penas me acomodé y lista para comenzar el trayecto el hombre comienza a reirse y a contarme detalladamente lo que fué su "carrera" anterior.

La verdad es que no me lo esperaba, pasó de blanco a negro, del frio al calor. Todas sus facciones cambiaron, su ceño ya no estaba fruncido y se diría que disfrutaba de su propio relato. Su anterior pasajero era una señora digamos de edad, (no lo dijo pero no me la imagino diferente) le pide que la lleve a un lugar y ya en el sitio comienza a dar nuevas indicaciones lo cual no estaba contemplado en el pasaje. A parte de eso al momento de dejar la unidad no estaba lista con el dinero, por lo que tuvo que permanecer un buen rato buscando entre sus cosas.

Como la tarde había terminado y la noche había llegado era digamos imposible para la dama encontrar su dinero y necesitaba iluminación, la que no podía brindarle el carrito ya un poco antiguo y maltrecho. Por lo que estima conveniente comenzar una especie de alegato para hacer notar el mal servicio del que era víctima. Al fin, que después de varios minutos de alegatos y reproches el dinero aparece y paga su deuda dejándole a su servidor un mal sabor de boca con chispas de recreo.

En realidad la historia no es que sea tan buena, pero no puedo olvidar su risa y regocijo por lo ocurrido ya que no paró de hablar de eso en todo el trayecto.

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